Alexandra Muñoz es una estudiante de Licenciatura en
Artes Visuales con poca experiencia en el campo pictórico, pero aún así ha
realizado diversas propuestas estéticas desde lo instintivo e inconsciente de
su trabajo.
Nació y ha crecido en Pereira, Risaralda, así que ha vivido en medio de un
área metropolitana en la que confluyen la ciudad y el campo, pero esta
confluencia no ha sido de tipo equitativa; en realidad ha sido muy desigual la
forma en que lo rural y lo urbano participan de la cotidianidad en Pereira y en
Colombia en general, donde la urbe absorbe y ahoga lo relativo al campo.
La situación social y política del entorno en que se ha desarrollado se
encuentra infortunadamente cargada de engaños, apariencias, picardías y juegos
en los que gana el o la que logre lanzar el primer golpe, en medio de unas
dinámicas un tanto enfermizas de competencia salvaje y desnaturalizada.
Ahora bien, en su trabajo “Pare-ser”, podemos identificar una serie de
elementos desde el análisis del fenotexto que contiene; la imagen se compone de
tres máscaras, todas con expresiones diferentes en sus rostros como mímesis de
distintos sentimientos, las máscaras rodean un espejo que se ubica en la mitad
del cuadro y sobre éste hay un corazón encadenado.
El corazón encadenado tiene una palabra inscrita: SER; además se encuentra
encerrado en una urna. Bajo el espejo una palabra aparece imperante: PARECER.
Los elementos ya mencionados se encuentran suspendidos en el aire y se limitan
por un telón de teatro que enmarca la imagen.
La composición está conformada por figuras cuyos colores son totalmente
planos, un fondo negro se contrasta con el rojo del telón, el blanco de las
máscaras y unas cintas doradas que por cierto son los únicos elementos que,
junto a la urna que encierra al corazón, tienen alguna gradación en el color.
Al reaccionar con el negro, los colores resaltan y en lugar de ensuciarse,
cobran vida.
En términos del genotexto que contiene este trabajo, se puede identificar
al negro tanto desde la negación del color, como desde la combinación de todos
los colores pigmento. A pesar de ser visto por unos como el color del luto, es
también de la rebelión y del caos, pero también es la calma antes de todo,
antes del día. En este caso, será utilizado como una herramienta para dar
solemnidad y cierta incertidumbre con respecto a un escenario cuyas luces se
encuentran apagadas, donde el show está a punto de empezar.
Por otro lado, los colores de las figuras que aparecen sobre el fondo ya
mencionado, brillan a pesar de ser planos, el telón rojo abierto carga de
energía la imagen y atrapa al espectador, así mismo invita a apreciar el
espectáculo que va a comenzar. Las máscaras blancas se valen de la neutralidad
del blanco para dar más importancia a las expresiones que éstas tienen y hacer
referencia así a la necesidad de los actores de ser multifacéticos y expresar
las emociones que se les pidan para el momento o la escena.
A Thalia (musa de la comedia) y Melpómene (musa de la tragedia), se suma
una tercera máscara que expresa disgusto, suma un elemento a la amalgama de
sentimientos de las máscaras teatrales; éstas se refieren al cambio de máscara, ya sea para adaptarse o bien para engañar en muchos casos. Con la urna que
contiene al corazón y el SER, tal vez es utilizada una imagen cliché para
aludir a los sentimientos reales del ser humano, pero lo que se hace es tomar
ese ícono y se encierra, es atrapado y encadenado para evitar que salga y
revele lo más profundo de cada persona.
Por otro lado, en la parte inferior de la composición se lee la palabra
PARECER, libre y grande, con ésto se comparan la naturaleza del ser que se halla
atrapada con la actitud de parecerse a algo irreal, falso. Pero sin duda
alguna, lo que más roba la atención del espectador es el espejo, ya que lo
transgrede, lo reta, lo llama a reflexionar sobre su condición con respecto a
los otros y lo ubica justo en medio de todo el espectáculo.
Pare-Ser, toma una realidad que no se puede eludir,
todos usamos máscaras; esta no es una actitud que deba ser precisamente
negativa, es más bien un hecho inevitable; lo que sí pretende hacer Alexandra
con este trabajo, es llamar a los espectadores a que reflexionen sobre ¿Qué tan
premeditado es ese cambio de máscara? ¿Qué mascara prefiere? ¿Qué máscara está
usando? ¿O es que acaso es una máscara el reflejo que ve en el espejo? Como
mencioné previamente, ésta imagen contiene una fuerte crítica, pero es
realizada desde lo instintivo de una niña de quince años; sin un mayor bagaje
en términos de los pictórico y lo semiótico, pero con un profundo deseo de
ofrecer un trabajo visual llamativo y que invitee al público a realizar una reflexión sobre
las actitudes personales.

No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por compartir sus opiniones.