sábado, 28 de julio de 2012

Corazón de niña / Pauline Perry



Comenzaremos por describir la imagen superficialmente y observar que elementos tiene, que en realidad son pocos.

Vemos unas manos muy arrugadas y deterioradas que sostienen con suavidad, tal vez con debilidad una muñeca. Está hecha en una escala de grises y se alcanza a notar algo de los pliegues de la ropa que insinúan la posición relajada de lo que podemos inferir que es una persona anciana. Recuesta la muñeca en su regazo delicadamente. Detrás de su mano derecha podemos ver unas barras oscuras que nos dan una idea del sitio en el que se encuentra la escena, tal vez parte de una silla o de un mirador.


Cada uno de estos elementos tiene una carga semiológica. Para empezar, son todos objetos muy comunes que se utilizan frecuentemente en toda clase de representaciones y expresiones artísticas. Uno de los más utilizados es la muñeca. Las muñecas, por ser juguetes, más específicamente juguetes para niñas,  simbolizan la infancia, el juego, la ternura, la inocencia y la fragilidad.

El siguiente aspecto protagónico son las manos que sostienen esta muñeca, aparte de eso, son  manos de una persona de edad muy avanzada. Las manos como algo muy único en los seres humanos se ha relacionado con muchas cosas como lo son las ciencias y las artes, el trabajo y la creación. En este caso, sin embargo, el hecho de que esas manos sean viejas y débiles les da un significado diferente que podría ser del cuidado, la bondad y el afecto. De hecho, si miramos esta imagen se nos puede venir a la mente el concepto que tenemos de una abuela, este estereotipo de la abuela que cuida, mima y protege a sus nietos. El concepto que tenemos de la vejez es el de la madurez, la sabiduría, la experiencia y la cercanía a la muerte.

Ahora que observamos ambas cosas (la muñeca y la anciana), y las juntamos, podría parecer que allí hay una paradoja, porque tenemos una anciana, una persona adulta cargando una muñeca con el cuidado con el que se carga un bebé real, pese a que existe el mito de que ser maduro implica dejar los juegos. Incluso muchas veces, para simbolizar que una niña se convierte en mujer la mostramos dejando atrás sus muñecas o las cosas con las que los niños suelen jugar. Pero ¿qué tan contrarias son realmente ambas cosas, la vejez y la niñez?

Para nadie es un secreto que cuando un ser humano envejece muchas veces es como si volviera a ser un niño. Al final, tanto el anciano como el recién nacido están cerca de la no existencia. El anciano al igual que el niño vuelve a ser frágil e incluso a desconocer el mundo cambiante, las cosas nuevas en la sociedad que ya no comprende.

Otro aspecto notable en este dibujo es la carencia de color. Cuando vemos algo muy colorido pensamos en la alegría,  lo festivo ó dependiendo de los colores, en la pasión, la tranquilidad, etc.; por lo tanto, una escala de grises nos da una impresión contraria, de nostalgia, tristeza,  muerte y soledad. Esto último también es algo que relacionamos frecuentemente con la vejez. Al tener estas manos cargando esta muñeca se nos puede ocurrir que esta anciana la observa y la mira con nostalgia, recordando el pasado y la juventud que se agota, la vida que llega a su fin.

Las muñecas están hechas para parecerse a un ser humano. Son el reflejo de la sociedad y de lo que entendemos por belleza femenina. Es tanto así que cuando una mujer es muy bella o delicada se dice que parece una muñeca. Casi siempre estos juguetes no están vestidos de cualquier forma sino que representan la moda de un país y época determinados. Antiguamente, si se trataba de una persona de clase alta, era frecuente que hicieran que las muñecas fueran similares a sus dueñas. Es lógico pensar entonces que quien cargue una muñeca, especialmente si se trata de una mujer se sienta identificada con ella.

Lo mismo sucede con nuestra anciana. Ella ya no es bella, su piel ya no se parece a esa porcelana y esto nos hace pensar de nuevo en que mira hacia el pasado con nostalgia y tal vez con tristeza.
Otro aspecto que hay que tener en cuenta al respecto, es que esta muñeca en especial no está representando un bebé, sino una mujer, una mujer bella y elegante. Esto le da aún más peso al hecho de ser una imagen ideal de mujer no simplemente un objeto para jugar a ser madre.

Y así, Las manos de la experiencia juegan a ser lo que fueron alguna vez, una muñeca  de porcelana se transforma en el anhelo y la nostalgia y una niña renace en el corazón de una anciana.







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